La creatividad no es, como suelen pensar algunos, una característica exclusiva de los genios. Cualquier ser humano puede llegar al nivel de la producción creativa en cualquier área de trabajo. Se requiere, eso sí, empezar un camino en la infancia temprana, la época que permite sembrar un profundo interés por saber o aprender cosas nuevas respecto de un campo determinado, basado en un contacto temprano con éste y a la vez, acompañado por emociones positivas.
Varios autores, expertos en el tema, se inclinan a favor del concepto de la creatividad como un fenómeno que puede ser generado, alimentado y reproducido al nivel social, por medio de un diseño especial que incluye ambientes favorables y estimulantes, tanto para el desarrollo de las características y capacidades creativas de las personas, como para la manifestación de las mismas, ya sea mediante un proceso o un producto creativo (González, 1994; Martínez, 1998; Mitjan, 1997; Betancourt, 2007; Chibas, 2001). La creatividad en el aula se propicia mediante la creación de atmósferas educativas creativas y estimulantes y la utilización de estrategias de enseñanza apropiadas. Las actividades libres de desarrollo, que le dan la opción de elegir cómo presentar un trabajo o tarea, elegir el tema que le interesa, desarrollan en el alumno una orientación a la actividad creativa: investigar sólo por el deseo de saber, armar formas complejas porque le apasionan los retos, querer saber sobre las estrellas porque le fascina mirar el cielo estrellado, concentrarse mirando cómo salen distintas formas de la arcilla en un torno que da vueltas, etc., dejan una huella profunda de curiosidad por el mundo que le rodea. Fuentes: https://educacionyeducadores.unisabana.edu.co/index.php/eye/article/view/740/1717 https://code.org/
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AutorCoding-U, equipo multidisciplinario de especialistas del área de Informática Educativa. Archivos
September 2020
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